Lo fundamental es tener una clara política de defensa nacional
Tener capacidad disuasiva no es sólo comprar armas
La defensa nacional ha retornado de pronto al primer plano de la agenda política como consecuencia de la incesante compra de armamento moderno por parte de Chile, de la silenciosa presencia militar del chavismo en Bolivia, y del fortalecimiento evidente de la actividad terrorista y del narcotráfico en el valle Apurimac-Ene.
El estado peruano ha volteado la mirada hacia su defensa, y se ha dado cuenta de que nuestras capacidades militares son limitadas, casi precarias. Lo de sorpresa es un decir, porque el propio estado nos llevó a esta situación en el período 2000-2006.
El Ejecutivo y el Congreso han comprendido que el problema debe ser revertido cuanto antes, porque constituye un riesgo serio para la supervivencia de nuestra nación. Sin embargo, para garantizar la defensa del país no basta con reparar o comprar armamento; hay que tener una política de defensa clara, y un compromiso firme de la sociedad con las metas de esa política.
Liderazgo
Los países fijan sus objetivos de defensa en función de alcanzar objetivos nacionales superiores, que a su vez constituyen metas que se imponen a sí mismas las naciones para proteger sus intereses legítimos.
Según declaraciones reiteradas del ministro de Defensa, Ántero Florez-Aráoz, un objetivo de nuestra defensa es tener unas fuerzas armadas disuasivas, es decir capaces de desalentar cualquier posible plan de agresión externa contra nuestro país.
Florz-Aráoz ha mostrado entusiasmo y deseos de hacer bien las cosas, pero es evidente que la defensa no es su especialidad, y que tampoco se ha rodeado de gente entendida en la materia, salvo muy honrosas excepciones, como la del almirante Jorge Montoya.
El solo hecho de que el proyecto del canon para las Fuerzas Armadas haya sido rechazado por los gobiernos municipales y regionales es un indicador alarmante que revela una ausencia de compromiso ciudadano con la defensa que no responde a una falta de patriotismo, sino de información y de liderazgo político.
La tarea pedagógica y política de crear conciencia ciudadana sobre seguridad y defensa tiene que ser liderada por el presidente de la república y el ministro del sector, quienes deberían convocar a los líderes políticos y sociales para imbuirlos en el tema y comprometerlos en el logro de los objetivos nacionales de defensa.
Es lamentable, pero al parecer el presidente piensa que la defensa es asunto de los militares, tal como vemos en la lucha contra el terrorismo, en la que también el jefe de estado se niega a asumir el liderazgo político.
No solo armamento
No basta con que las fuerzas armadas reparen su armamento o compren otro nuevo para que tengan una capacidad disuasiva. Hay otras capacidades militares que tienen que ser atendidas, como son la competencia y la motivación.
La competencia es la capacidad que desarrollan los militares para poder combatir en igualdad o superioridad de condiciones, y está determinada por su nivel de entrenamiento y de capacitación permanente para el combate.
Por ejemplo, ¿si tenemos un avión moderno pero el piloto puede volarlo solo unas horas al mes, mientras que el país enemigo tiene un avión igual pero su piloto vuela casi todos los días, quién tiene más posibilidades de ganar la batalla si se enfrentan ambos? Se trata de que nuestros militares estén siempre bien preparados en manejar el armamento de que disponen, y listos para entrar en acción.
La motivación es otro factor decisivo por cuanto permite que el combatiente vaya al teatro de operaciones sintiéndose respaldado por su institución y su país en todos los aspectos: bien preparado, bien tratado y bien protegido.
Nuestros militares han dado muchas muestras de desprendimiento y patriotismo cuando les ha tocado combatir en medio de grandes limitaciones logísticas y materiales; sin embargo, tales condiciones se han deteriorado demasiado, al extremo que nuestras FFAA han perdido a muchos oficiales que han renunciado para poder darle una vida más decorosa a su familia.
Estas bajas ha representado además la pérdida de ingentes sumas de dinero invertidas por el estado en la formación de dichos profesionales.
Si este problema no es resuelto en un plazo razonablemente corto, será siendo un obstáculo insalvable en el camino para recuperar unas fuerzas armadas disuasivas.
Otro obstáculo es el abandono legal de nuestros militares por parte del estado cuando van a combatir al terrorismo. Están totalmente desprotegidos ante a el acoso judicial promovido por ciertos grupos de interés que actúan bajo la cobertura de “defensores de los derechos humanos”.
Más de 200 militares que combaten en el VRAE – inclusive uno muerto –han sido acusados de haber herido o abusado de personas inocentes mientras combatían en la zona de Vizcatán, donde sólo habitan terroristas y proveedores del narcotráfico aliados del terror.
Esta persecución hace que muchos oficiales eviten combatir por temor a que su carrera se vea truncada por acusaciones de las ONG de derechos humanos, de los fiscales y de los jueces amigos de esas mismas ONG, Nadie lo quiere decir, pero esto está ocurriendo actualmente en el VRAE y en el Huallaga.
Medidas disuasivas
En consecuencia, si el estado peruano desea contar con unas fuerzas armadas disuasivas debe empezar brindándoles a sus hombres la protección legal mínima que requieren para poder entrar en combate contra los terroristas.
También debe invertir en asegurar la competencia de su personal militar, y en resolver el problema de las magras remuneraciones que reciben nuestros soldados, a fin de frenar la fuga masiva de talentos militares hacia el sector privado.
Otras medidas complementarias, y de bajo costo, que podría adoptar el estado para alcanzar una capacidad militar disuasiva son restablecer el Servicio Militar Obligatorio (SMO) y la Instrucción Pre Militar (IPM) en las escuelas del país.
La primera garantizaría la provisión de los recursos humanos básicos que requieren los institutos militares, que actualmente son escasos porque dicho servicio es voluntario. Se ha intentado superar este obstáculo mejorando las propinas de los reclutas y ofreciéndoles a estos servicios educativos, pero no ha funcionado. E
Aquí es necesario señalar que el SMO debe ser democrático, es decir para todos, no solo para los hijos de los hogares pobres.
La IPM, aunque ciertos sectores izquierdistas conservadores se rasguen las vestiduras, es una herramienta que le permitiría al Perú contar con una reserva numerosa de combatientes entrenados para defender a su patria.
Cualquier país que tuviese en mente un plan eventual de agredir al Perú tendrá que pensarlo mucho al ver que los peruanos se preparan desde las escuelas para defender a su patria.
Víctor Robles Sosa. Periodista, Director Ejecutivo del Instituto Paz, Democracia y Desarrollo (Ipades)
E-Mail: victor.robles.sosa@hotmail.com
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