La dictadura mediática, el neomontesinismo
Lo echaron del trabajo por ser leal con su profesión y por cuestionar el statu quo político antipopular e injusto que impera en el Perú (81% de los peruanos lo rechaza: Encuesta Nacional Ipsos Apoyo).
Lo despidieron porque hizo público un hecho conocido en los círculos periodísticos que nadie quiso comentar hasta ahora: Muchos periodistas “políticamente correctos” que hoy suelen denostar a los Crousillat y elogiar al statu quo, trabajaron para aquel cobrando muy buenos sueldos y guardándole lealtad.
Estamos ante un caso flagrante de violación de la libertad de expresión y de la libertad de prensa, ante un caso típico de imposición de la mordaza y de parametraje, como en los tiempos de la última dictadura militar del general Francisco Morales-Bermudes.La denuncia de una escandalosa injerencia del ex presidente Toledo en la turbia transferencia del Canal 4 al grupo Comercio-La República es un hecho de interés nacional, los ciudadanos tienen derecho de ser informados sobre el contenido de esa grave acusación, por eso Beto Ortiz decidió informar.
Silenciar la denuncia, ocultársela a la ciudadanía o presentársela de manera sesgada es violar el derecho de los ciudadanos a estar informados con la verdad, es sentarse sobre la ética periodística, es un atentado contra la libertad en general, un ultraje a la democracia en última instancia.
Los intereses de grupo pesan más que los principios y el billete más que los valores democráticos, éste es el statu quo actual, impuesto por una dictadura mediática digitada ideológicamente por las ONG de origen marxista y por el toledismo corrupto. Es el neomontesinismo sin Montesinos.
Y como muchos de nuestros políticos, periodistas y líderes sociales (salvo honrosas excepciones) tienen rabo de paja y piensan más en la quincena que en la historia, se arrodillan y se someten dócilmente. Esto debe acabarse ya, pero ya.
Periodista y director ejecutivo del Instituto Paz, Democracia y Desarrollo (Ipades)
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