Leyendo el Diario La Razón, del día 2 de Agosto de este año, encontré este artículo de Opinión del periodista, educador y escritor, don Renán Gorriti Delgadillo, me llamó mi atención de las cosas que se mencionan y porque en realidad, de tantos correos electrónicos que recibo sobre la actualidad peruana, ninguno es tan certero como el del don Renán Gorriti. Tiene mucho de razón al decir que la "era republicana desde 1821, es una farsa legalista donde se han turnado aventureros y codiciosos", habría que agregarle por el poder y el dinero.
Porque los medios de comunicación, no ayudan a establecer una verdadera República para todos los peruanos, dejando de lado mezquindades, odios y venganzas. La verdad es que el poder informático es también un medio de vivir y de apetitos asolapados de muchos. Aquí reproduzco tan interesante opinión para todos los internautas de este blog.
El pueblo tiene necesidad de certezas. No las hubo, no las hay. Tampoco precisiones, mucho menos, detalles. Solo triunfos, cifras y veremos. Grandes obras que todo gobernante tiene la obligación de dar ¡Vaya novedad! Y una baja autoestima en el peruano, Escasez, y una vida cara, muy cara. Todo está caro, todo está subiendo de precios, los mercados, las provincias. Los alimentos por las nubes, los servicios básicos, todo caro. Crece el hambre en los cerros y muere la democracia ¿Nos puede decir por qué, Señor?
A un Perú caro, los turistas vienen un solo día y se pasan a Chile. Sépanlo, usureros. Las ciudades turísticas encarecen los negocios, se disparan los precios. Vemos cómo las culinarias de Don Gastón y sus discípulos y sus efectos se van pituqueando. No fue esta la intención, pero la culinaria, la hotelería y el turismo encarecen todo. Ir a Miami es más barato que el Cusco y un plato fino en EEUU es 3 veces más barato que un arrocito con mariscos o dos palitos de anticucho de aquí.
Y lo cierto es que hasta los mercados se avivaron con la grati del pueblo. La papa Canchán (la compran a 15 y 20 centavos kilo en chacra), de 60 centavos en mercados subió de sol a sol cincuenta; la amarilla que costaba un sol veinte, ahora a dos ochenta y un cebiche de 10 soles, cuesta hoy más de 40 soles incluyendo rodajitas de mango, en cualquier guarique de mala muerte.
¿De cuándo acá los mercados distritales (no hablo de las grandes cadenas comerciales) estos nuevos ricos del que somos “caseritos” suben sus precios al 150% con el pretexto de la gratificación? Con un kilo de papas quieren comprar casa, carro y cuanto hay. ¿Qué pasa? ¡Quién vigila a estos señores! El kilo de cebolla la compran a 20 centavos en chacra y la venden a 2 soles al ama de casa. Hasta se entiende que los buses para viajes de fiestas aumenten pasajes acaso porque diariamente no ganan sino pierden y rebajan los pasajes. Pero, los mercados ¿por qué? Ganan y engañan todos los días, roban en balanzas y peso y precios y no hay pizarras con lista de precios mayoristas y minoristas como había en los ‘60.
Un país caro
Perú ya es un país caro. Exagerado lo fue y lo es. Ambicioso sí, codicioso, mucho más. El crecimiento es una dádiva, para olerla nomás. El ingenio popular dice que entre el chino, el cholo y el ancho se atribuyen el logro del crecimiento. Tolerancia, pues, demócratas de segunda clase.
Nadie viajó como antes, nadie quiere ir a Lima. Nadie quiere dejar su casa por los choros en aumento geométrico. Los provincianos quieren quedarse y apostar por sus ciudades. Cada gato en su tejado quiere quedarse.
En tanto, Chile se abarata en todo y con todo, y se lleva en buses repletos nuestros clientes turistas. Y se compra y alquilan nuestras tierras y cosechas enteras a precio huevo, y compra en remate comercios y mercados. Se lleva nuestros productos de sabor peruano para envasarlos y exportarlos como de ellos, entre fiestas de mapochos. ¿Qué se nos va a decir al respecto a eso? ¿Cuándo algún gobernante nos dirá que ama el realismo y no la chirigota?
¿Cuál es el aporte de un gobernante, (aparte de obras públicas) que es lo que está obligado a hacer? Insistimos casi con lenguaje radial ¿cómo solucionar el problema agrario o el de todas las provincias del Perú incluida la Amazonía donde viven las dos terceras partes del Perú? ¿Cómo generar más dinero allá para exportar las materias primas y mejor aún, sean elaboradas empleando mucha gente desocupada y hambrienta?
¿Cómo dar y obtener muchos empleos y no asaltantes a granel en las calles? La policía debiera ser disuelta. O militarizarla. No embrutecerla, sino ponerla estricta. No coimera ni bandolera. Y los jueces deben obedecer los fallos de jurados populares o ciudadanos. Si esto enseñan en los colegios como las reglas del tránsito y el respeto a la vida, el Perú será como queremos. Faltan líderes de esto.
Invertir el ahorro
El éxito de García desde que le ha doblado a Toledo en ahorros y la bolsa de reservas de millones de dólares y soles va a reventar. Esto es cierto. Pero, ¿qué hacen estancados, guardados, y sin invertirse pudiendo evitar el riesgo de que pueda cambiar el curso del dólar, el euro, el yen y nos agarre un cambio matador, un cambio que nos convierta en pobres? ¿No puede sacar una décima parte de los miles de millones para reproducirlos en más dinero mediante éstas inversiones?
¿Qué se espera para invertir una parte del ahorro en miles de desocupados o desempleados clamando trabajo para comer y que vayan al campo en tres turnos de 3 horas cada uno para sembrar más cultivos, trabajar miles de tierras ociosas, aumentar la producción de agroindustria, en medicina y alimentos tradicionales andinos y en textiles de moda? ¿Por qué no construir mini urbes con calefacción y gas en la zona sur, Puno, Cusco, Arequipa, reservorios para agua y riegos de goteo, crianzas de cuyes, y otras carnes y cereales y menestras, establos térmicos para los auquénidos y escuelas ídem donde los niños andinos produzcan y estudien en tanto pasa la helada?
El JNE decreta la muerte lenta de la democracia justa. No podemos seguir consintiendo y votando por leyes y reglamentos que favorecen al Estado, a congresistas inmorales gracias a la falta de reformas y de ética electoral. Lo triste es que hay candidatos salidos desde prisiones y de otros por entrar a ellas; y del Poder Judicial, ésas sumas de la corrupción, fábricas y piras de violencia narcoterrorista y autores intelectuales del vandalismo callejero que nos torna inseguros en Lima y varias ciudades del Perú.
García no ha dicho nada al respecto. Y debiera, pues debe dar explicaciones sin soberbias. No lo digo yo, lo pide el país. ¿No se da cuenta? Qué hacen esos fracasos de Ministros del Interior, Agricultura y de Energía y Minas en el gabinete? No decir nada del problema selvático y de la inseguridad ciudadana, ni de la inversión agraria productiva es una deuda, una irresponsabilidad.
Ah, la justicia
Nadie mira como marchan otros países. La incorruptibilidad de los jueces hizo grandes a los ingleses y norteamericanos. Hizo la grandeza de tales imperios, como la seguridad en sí mismos y su ciega superioridad basada en creer que sus métodos son y fueron los correctos, los únicos correctos, con pocas y simples leyes y cero reglamentos.
¿Cuándo escucharemos que nuestros jueces y sus métodos de grandeza dejarán de sembrar corrupción política y financiera, esperando cheques sucios en cambio de cosechas incorruptibles en un país que todo se facilite y no se entrampe con coimas de por medio? ¡Pobre del que discrepe! Le mandan a la Sunat, a la Telefónica y sus terribles malos servicios para intervenirle el fono y la data, la cuenta de ahorros del banco amigo del poder y a todo órgano manejable bajo la mesa. Claro que hay GESTAPO. Hay denuncias. ¿Y los candidatos? Promesas, besitos, bailecitos, kilitos de arroz?
Dirá el gobernante –entre cachas- que los acontecimientos que los ponen en la silla son los dictados de nuestras pasiones, de nuestros estúpidos votos llenos de prejuicios e ignorancias, éstas aun primarias y emocionales- y hasta animales- donde se desnudan nuestros temores y deseos convertidos en un espejismo de progreso, de venganza histórica, ya no solo con Chile, sino de entre peruanos.
Y que si no sabemos eso, como si lo supo Europa, ya lo sabrá entonces América que eso nos lleva al descalabro y a la desintegración absoluta. Porque aún estamos unidos por babas en vez de buenos intercambios favoreciendo a todos y no a cuatro familias.
De acá al nuevo poder del 2011, hay un diálogo de sordos, ciegos y mudos y habrá, en este río revuelto, una ganancia de pescadores: Los malos políticos que nos confinarán, como siempre, a la escasez, a la vileza, la pobreza fecunda y al largo tiempo del peruano oprimido, suprimido del himno pero no de la verdad.
La gente ya no cree en la democracia a la peruana y ha llegado a la conclusión en un gran sector de peruanos que, desde el Incanato y la historia de Garcilaso de la Vega y Cieza de León, la era republicana desde 1821, a la fecha, es una farsa legalista donde no pasó nada. Nos gustaría ser hombres absolutamente imperturbables. Pero nuestra historia estreseada, nerviosa y con cáncer, siempre fue interrumpida por aventureros codiciosos y cuartelazos que ha atrofiado la seguridad, credibilidad, solidez y confianza, nos apoca como el esclavo sirviente y nos cambia de humores como los climas de nuestro país, con sus fríos cada vez más mortales y los turbados silencios en selva, ande, y arenal.
¡Cállate la boca!
La gente va corriendo, bajando, subiendo, mejor dicho, aprendiendo que los días han sido, son y serán así. Y que no puede quedarse quieta. La gente y el cerro, y la cadena de cerros, siempre, frente a frente, entre la agitación y la caída de muchas generaciones a causa del egoísta sordo que cada vez oye menos y ríe más con sus talegas de oro.
A los peruanos nos gusta un buen mentiroso. ¿Qué es verdad y qué mentira? La mentira y el engaño a que nos lleva la frustración, nos trae a un submundo intoxicado de Dios, de codicia, de egoísmo. Un mundo de apariencias, donde la tarjeta de crédito de cada cándido es una muerte a plazos porque consumimos pagando al 300% de su valor real sin saber cómo pagar después. Ya es una constante.
Así lo dicen o lo reflejan las encuestadoras. Y después del gusto (tras votar hasta por el perro) viene el susto. Nos ocurre a menudo tras cada elección. Nuestro poco sentido común, el pensamiento alocado y apocado, el voto pasional, nos llevó al desastre, la más de las veces.
Ningún candidato presidencial ni regional siquiera ha dicho esta boca es mía, frente a posturas concretas a que les ha emplazado por este medio, esta página y otros de comunicación, tal vez porque consideran que a los técnicos se les alquila (y no ellos) quienes diseñan los planes de gobierno, esos caballos hechos en equipo que resultan ser al final, ser camellos.
Es decir, no dan aun soluciones que no son para nuestra realidad. Y ni qué decir sobre cualquier burro con plata que llega al poder, con suculenta improvisación y se da el lujo de domar a los profesionales del saber y el gobernar con absoluto libertinaje, que promociona como una droga para un país donde impera la ley de la calle aunque se llene de policías y de patrulleros en vez de policías militarizados, trabajo y tractores. Nos darán yapas en el reino de la escasez cuando debiera ser éste un reino de abundancia. El reino que hoy se ofrece en otras democracias que benefician a los pobres tipos de la ciudad y de los campos.
Nuestros periodistas peruanos, de entonces, iban tras el brillo intelectual que deslumbraba. Hoy necesitamos de la objetividad, la seriedad y la prudencia. Una prudencia vital inscrita en los hechos y no en la parcializada y pagada, la pachotada impresa o televisiva.
Lo que queremos
Claro, que hay buenos cambios y nos enorgullece. Por cierto que ha habido o hubo cambios. Somos un país de propietarios. Somos un país de empresarios. Y aunque una tercera parte de la población está en Lima, el centralismo va cediendo. Las regiones adoptan una postura más independiente frente a Lima. La mujer es el gran factor del cambio en el Perú. Ya no engendra hijos a prematura edad y más prefiere primero trabajar y educarse. Las migraciones internas van más a las zonas urbanas de las ciudades del país donde hay proyectos de trabajo. Hay cambios positivos que se deben reconocer. Pero la agricultura es el sector que merece más apoyo. Debemos ser un país más productivo que comerciantes.
Los peruanos ni siquiera apostamos por la opulencia. Apostamos solo a ser felices en ambientes sencillos, recordando cómo vivir y olvidando cómo matar. No queremos ser un país desocupado o mal ocupado, envilecido y sin riqueza. .Nos alivia saber que en Cusco hay extranjeros que reconstruyen una cultura solidaria, anti individualista, aunque sea en fútbol infantil y con empresarios que apuestan con amor por una niñez sin resentimientos.
No queremos que nos hagan tontos en la vida cotidiana. Queremos buenas leyes y una vejez digna con dignas pensiones sin que el Estado sea un mal pagador de quienes por él se sacrificaron.
Reivindiquen de una buena vez a la clase media empobrecida que como nunca está mejor preparada y especializada para generar dinero. El capital debe respetar a la persona humana. Necesitamos manos y mentes solidarias. No candidatos a curules o sillas para robar con desparpajo, con especulación y corruptela. Manos limpias de sangre y de robo.
La simulación sigue siendo considerada una cordura, y, cualquier momento de lucidez o autenticidad, es una locura, una irritante locura. Pero hay una capa de nuestra identidad que aú n sigue esperando la brocha del antropólogo, una capa enterrada en lo profundo de nuestro ser, que es un tesoro, un cobre bien enterrado en nuestro pasado y su grandeza de oro: La honestidad en una patria generosa y sin mendigos, sin deudas, ni despilfarros. Una patria donde después de cada 28 nos alegremos todos al calor de nuestros propios brazos.
Renan Gorriti Delgadillo, Periodista, escritor y educador